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Somos dominicanos hasta la tambora

Nuestro país está lleno de riquezas folklóricas y populares. Cada mes, cada día, hay actividades en todos los puntos de nuestra isla. “Somos un pueblo que canta”, también que baila y disfruta nuestra música, que ha cruzado las fronteras para dejarse sentir con la chispa que nos caracteriza, con el calor que emanamos y la hospitalidad que nos distingue.
Desde comienzos de año ya estamos en manifestaciones folklóricas. El primero de enero, mientras la mayoría de las provincianos está durmiendo la resaca del Año Nuevo, el Teatro Cocolo Danzante, integrado por descendientes de inmigrantes ingleses, sale por las calles de San Pedro de Macorís, con su música vibrante que embriaga a los participantes y su vestuario cargado de colorido, bailando Wild Indians, que es la síntesis del Teatro Cocolo Danzante.
Ellos, reconocidos por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad en el 2005, tienen muchos años dando vida al pueblo que lo acogió, al país y al mundo. Si hablamos de las fiestas patronales, cada provincia tiene su patrón. Un día que se celebra con fervor es el 21 de enero, Día de Nuestra Señora de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano.

Los dominicanos, en su mayoría, somos devotos de esta Virgen, por lo que se hacen peregrinaciones a la Basílica de Higuey para cumplir promesas o pedir “favores”. Mientras llegan las fechas de estas manifestaciones folklóricas, en los diferentes puntos del país está sonando la música que nos identifica: el merengue. Una provincia que está apegada a su identidad es Santiago de los Caballeros, donde las emisoras radiales están llenas de programas con música típica, por lo que los santiagueros se sienten orgullosos de su ritmo, al igual que los habitantes de la Línea Noroeste, creadores del famoso merengue liniero.

Carlitos Almonte, acordeonista típico
 En la capital del Cibao hay más de veinte lugares de diversión que durante la semana albergan un conjunto típico en vivo, deleitando a los asistentes. Igual que el merengue, tenemos la bachata, un ritmo que lo internacionalizaron los hombres y mujeres que emigraron a buscar una “nueva y buena vida” a Europa y Estados Unidos. Se llevaron “debajo del brazo” el lamento, la nostalgia, la esperanza y el sueño de regresar un día al país que los vio crecer.
Esa bachata urbana está dondequiera, a cualquier hora y donde la gente quiera disfrutarla en toda época del año.
Por igual, la bachata barrial, que se ha desprendido de la urbana para dar otro giro al baile, en el cual el hombre, con su matiz machista, toma el dominio en ese encuentro de pareja. La bachata es el vallenato de Colombia, es la ranchera de México, es El Jibarito de Puerto Rico, es el típico de Panamá. Porque sus letras tienen sentimiento, pensamiento, amor, desamor, traición el dominicano se identifica con ella, llevándola en lo más hondo de su ser.

Otro ritmo que se baila, se toca y se canta durante todo el año son los palos o atabales, el que además de ser ritual, es festivo en ocasiones tocándose en velaciones dedicadas a un santo, como en la fiesta de la Santísima Cruz, el 3 de mayo en El Seibo, y otras comunidades; también se toca “palo de muerto” durante los nueve días del difunto y en el cabo de año, que es la celebración del primer año de fallecido de un miembro de la cofradía.
Luego se acerca otra manifestación y es la Fiesta del Espíritu Santo, siete semanas después de Semana Santa.
En varios lugares del país hay celebraciones, pero donde se realiza con mayor arraigo es en Sabana Grande del Espíritu Santo, hoy Villa Mella, y zonas aledañas, donde existe la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella, que en el año 2001 fue reconocida, al igual que el Teatro Cocolo Danzante, Patrimonio de la Humanidad.

El 13 de junio es Día de San Antonio y es tradición en Yamasá que el domingo más cerca de esa fecha los hermanos Guillén celebren durante todo el día, con un conjunto de expresiones propias de esa zona: el baile priprí, los congos, palos, salves, jera pega, pandero. Esta es una costumbre familiar que celebran por años. Además, ellos poseen un centro de artesanía con recreaciones taínas, conocidas internacionalmente.
El 23 y 24 de junio en Pueblo Arriba, Baní, está la Cofradía de San Juan Bautista y desde temprano del día 23, mientras San Juan está en la ermita, se está tocando y bailando la sarandunga, que consta de tres bailes y un canto llamado moranos, el cual acompaña la procesión cuando al amanecer del 24 se lleva la efigie a un río cercano para darle un baño simbólico.
Luego, el 29, Día de San Pedro y San Pablo, en Fundación, provincia Peravia, Hilda Peguero Medrano tiene a San Juan en su ermita durante el día, cumpliendo una promesa mientras vida tenga. La tercera y última manifestación, se realiza dos semanas después, en honor a este santo, en La Vereda, del Distrito Municipal de Limonal, a 7 kilómetros de Baní, donde asisten personas de todas las comunidades cercanas para bailar, comer, beber y despedir a San Juan Bautista hasta el año siguiente.

El 24 de septiembre se celebra el Día de las Mercedes, patrona del país y de varias provincias, como La Vega, donde se hacen peregrinaciones al Santo Cerro.
El 28 de octubre se celebra en Samaná la Fiesta de la Cosecha o Harvest. Es una tradición de hace años, donde los feligreses depositan ofrendas en la iglesia, conocida popularmente como la chorcha (del inglés: church). Estas ofrendas consisten en frutos y animales, los cuales son subastados al día siguiente y el dinero se destina a obras sociales y religiosas.

En Las Tablas, provincia Peravia, hay un santuario popular construido en honor a San Martín de Porres. Ese lugar es un centro de peregrinación y el 3 de noviembre se reúnen miles de personas para cumplir o hacer promesas. Los lugareños aprovechan para vender comidas, bebidas, dulces: el pan de batata, pudín de pan, coconete y otros propios de la zona.
El 25 de diciembre, Día de la Natividad, los Wild Indians salen a las calles, como es costumbre en esa época, y en otras ocasiones como el Día de San Pedro, el 29 de junio.

Otra manifestación folklórica es el ritual de los toros ofrendados al Santo Cristo de Bayaguana. El 28 de diciembre, luego de los comisarios del Santo Cristo de Bayaguana recorrer la zona Este, trasladan los toros al corral, donde permanecerán hasta el día primero de enero para ser subastados; con los recursos de las ventas se realizarán obras sociales.
Durante ese día 28, la banda de música, los comisarios, los jinetes y los creyentes se concentran alrededor de la iglesia del pueblo, además de participar en las misas que se celebran durante todo el día. Las calles se inundan de jinetes en sus caballos y los venduteros se ven por doquier.
Hay música folklórica, cantos de toros interpretados por los comisarios

En nuestro país existen otras manifestaciones que son universales, como el carnaval, que se ha dominicanizado y se le considera el que más riqueza expone por su diversidad.

Cada región tiene su personaje central, con nombres diferentes, de acuerdo a las características propias de cada provincia y de cómo se vista, lo que lo hace más variado; además de celebrarse en fechas distintas, adquiriendo cada expresión carnavalesca su propia identidad.

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Xiomarita Pérez
Actualizado el 4-10-2015

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